Versos sobre los bebés que se traga el océano

POEMA I LOSE MY BABY

I LOSE MY BABY

El mar.
No la orilla de los veranos.
No la mirada azul del poeta. 
Los colores de la muerte. 
La frontera. 

El mar.
El tritón de la caracola.
El que engulle a los negros.
La patera que naufraga. 
La carne de niño. 

El mar.
La sal que escuece los ojos. 
Los brazos vacíos de madre.
I lose my baby.
No El mar, la mar, solo la mar.

El mar. 

Hace unos días escuché por primera vez en el telediario su grito: I lose my baby. A aquella madre,  que viajaba hacinada en una patera mínima que acababa de naufragar, se le cayó su bebé de 6 meses de los brazos . La diosa Europa se cobraba un nuevo sacrificio: esta vez se trataba de la carne tierna de la pequeña Joseph. Su madre acababa de ser rescatada por unos cooperantes de Open Arms;  tras subir a la lancha, gritó a Occidente "I lose my baby". Se consiguió recuperar el cuerpo de la pequeña, de Joseph, pero ya era demasiado tarde para ella y su madre que, sin tener nada en Guinea, lo arriesgó todo a cambio de una oportunidad en la orilla rica del Mediterráneo. I lose my baby, aquel grito de madre africana arañó mis entrañas de madre europea. 

Pero la noticia duró apenas 50 segundos, tal vez un minuto y tras él, la presentadora dio paso a otra noticia: "Les advertimos que las siguientes imágenes pueden herir su sensibilidad".  Se trataba esta vez de una caja de cartón que contenía decenas de cuerpos (ahora no de africanos sin papeles), sino de aves decapitadas que habían sido utilizadas para algún tipo de ritual. Lo que contenía aquella caja patera incautada por la Guardia Civil no era otra cosa que el terrible relato de unos hombres doblemente sapiens por los que no había pasado ningún tipo de civilización moderna. Eran, sin embargo, solo esas las imágenes que podían "herir" la sensibilidad occidental y no el grito de madre y no aquella niña ahogada y no esa Europa civilizada que mira a otro lado mientras ese mar nuestro se encarga de regular la entrada de africanos sin papeles.