Poema sobre los cuerpos de africanos que aparecen en las playas del Estrecho
SAMUEL
SAMUEL
Me aparto la venda del portátildistraída por los gritos y risasque arremolinan la mañana a la hora del recreo.Imagino a todos esos niñosasomados al asombro del mundo:la arena del patio,los cromos repetidos,las historias de superhéroes y titanes.Pienso en Samuel.Él no está encordelando su peonza,ni jugando al rescate;en el mar de nada valen los cruces.Samuel no está en ese patio.Lo conozco desde hace solo un par de díasy me gusta hablar de él en presente."Se llama Samuel,tiene seis años,es hijo de Veronique.Aún hoy es hijo de Veronique".También me gusta hablar de ella en presente.Hasta el mar que sabe hacer callar los sueños,aún cuando se está a pocas millas de orillarlos,a veces vuelve a parir los cuerpospara que hablemos de ellos en presente.Y el nuevo parto de Samuel ocurrió_corrijo: mejor en presente_,ocurre en una playa de Barbate,a esa misma hora en la que a este lado del Estrecholas madres despiertan a sus hijos para ir al colegio.A esa misma hora en que Veroniquehubiera vestido a su hijosi el mar y las vendas en los ojosno se los hubieran tragado.Solo he visto una sola vez su tamaño,el de Samuel,envuelto en papel dorado.Lo vi en nuestra televisión,tumbado sobre el castillo de arenaque construyen los niñospara que el mar no se los trague.Sé de Samuel y Veroniquepor esa noticia que el mar arrastra hasta el telediario:"Son madre e hijoy huyen de la República del Congo".Suena la sirena del colegiopara hacer callar a los niños.Samuel no la escuchay yo vuelvo a mi portátil.De nada sirve llorar por Samuel y Veroniquetoda la sal del Estrecho:las lágrimas de ningún poetales devolverán la vida,pero me gusta pensar en Samuel arropado entre unos versos,a salvo del mar,a salvo de las vendas en los ojos.
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