RÍO ABAJO DE DRÉXLER MIENTRAS ME RELEO EN RAYUELA


Mientras me releo en Rayuela, suenan el Río abajo de Drexler y el tamborileo de la lluvia de agosto en mi ventana. Es verano en Madrid y tengo las mismas arrugas de aquella primera vez que la Maga me explicó el sentido de la vida. Ella creía hablar con Oliveira, pero él era apenas un personaje de Cortázar y yo quien sostenía aquel libro infinito entre mis manos. Me dijo, porque yo escuché la carne de sus palabras, "Creo que te comprendo: vos buscás algo que no sabés lo que es; yo también y tampoco sé lo que es, pero son dos cosas diferentes. Vos sos más bien un Mondrian y yo una Vieira da Silva". Tras aquella primera lectura, Mondrian decidió llamar Lucía a mi hija; sin embargo,  ahora la Maga me  pide que vuelva a elegir entre llegar a las falsas seguridades desde el miedo o dejarme llevar por la poesía. 

Me distraigo en el golpeteo de la lluvia;  detengo la lectura para contar sus sílabas: toda esa agua  sigue su curso río abajo, sin miedo, siempre con la misma edad, mojada por las mismas arrugas. La canción de Drexler viaja en los surcos de la poesía que arañan las seguridades de esta tarde de verano en la que Lucía y Cortázar existen, como la lluvia que deshace mis miedos para convertirme en Vieira da Silva, ese algo mío que ni la Maga ni yo sabemos lo que es.

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