EL SOFÁ DE LOS COBARDES
En el paisaje de las ruinas, las mismas bombas, las mismas vendas, la misma montaña de hijos, los mismos rezos, mientras los mismos callan, mientras siguen muriendo los mismos.
EL SOFÁ DE LOS COBARDES
El gusano que se relame en el banquete,el cadáver de niño arrojado a la madre, las bombas que no saben de excepciones, la levadura del escombro bajo el cielo de las mantas, los gritos amontonados en el útero deforme, el miedo a las bestias que chapotean la sangre, las alas cosidas al alambre, las noches sin cobijo, sin amor: solo la queja del viejo, solo los viejos. Recoger cadáveres. Contar cuerpos. Restar días. El hambre. Eso debe de ser la guerra: mi venda en los ojos, tu postura de rebaño, nuestro silencio en el sofá de los cobardes.
SEÑOR KAVAFIS
En la última ciudad en caeruna mujer arrodilladase afana en limpiar la sangre de una guerra.
Su vientre está lleno de hijos,
del dolor de los partos
con los que dicen se olvida a los muertos.
Ha llegado la paz porque ya no quedan pájaros
que llevarse a la boca.
Bajo un tejado vencido por las bombas,
rendidos en una cuerda,
tiemblan los crespones que dejó el amor.
Esa mujer, que ya solo será madre,
sacrificará a sus crías
para devolver la sangre a las rodillas de los niños
y los gritos agudos a las plazas.
Pronto las aves regresarán a los campos espigados de las afueras
y el relato de la guerra se perderá en la hoguera más anciana.
Aún así, señor Kavafis,
permítame que discrepe:no siempre Ítaca regala un hermoso viaje.
MUERTO POR MUERTES
En el paisaje de la barbarieel soldado que ya no sientese repite:Ojo por ojos,diente por dientes,ciento por miles,
muerto por muertes.
MOWING THE LAWN
Han vuelto a cortar el céspedpero no huele a sangre de niñola hierba que guarece a Gaza.Qué crimen puede haberen cortar las hojas crecidasdespués de la última guerra,las que afeaban de nuevolos jardines de Sion.Cortar no es matar.Poda perpetua y no guerra.Porque las espigas no laten,no chillan,y hay hombres que son carne de césped,apenas vainas,ni siquiera animales,pasto al que no se mata,simplemente se cortasin necesidad de apartar la mirada.¿A quién le importa la hierbacuando hay tanta?El césped es verde y no rojoy sin sangre no hay mancha,y sin mancha no hay culpa.Todo se reduce a una tediosa labor de limpieza:estorban las críasque embarazan las panojas de la Franja.Al fin y al cabo, los tallos vuelven a crecery las hojas siempre caen silenciosassin huesos,sin incómodos relatos.Caen sobre las dobleces del mapay volverán a caery volverán a crecer.Es solo césped perpetuoy no cuerpos desmembrados.Césped y no un campo de exterminio.Cortar y no matar.Cortar y no solo pisar la hierba.
TE NECESITO HÉROE
Te necesito héroepara que te salves de la trampa del relatoy expliques de qué animal humano son hijas las bombas.Te necesito bajo este círculo de buitres,para que los días que crecentan iguales en tus hombrosmiren a los ojos la mueca funeraria de los mártires.Te necesitopara que pises los escombros,para que toques la tierra negra,para que reboses de rabia.Mientras crepitan entre las manos sucias los titulares,te necesito héroepara que entiendasque las guerras nunca fueron
cosa de dioses
TARDE DE SOL
Asoma entre las grietas de la ciudad rota
una tarde de sol.
Los insectos del estío
vaticinan la noche insomne y no el cadáver.
Por fin,
el sobresalto del ladrido en las calles.
Por fin,
el grito de amor en la cama.
Por fin,
el aguijonazo del poema.
No suenan las sirenas antiaéreasen las gargantas de perros, amantes y poetas.Pero ellos,
que pudieron sobrevivir a su tercera muerte,
se preguntan mientras gritan
cuántas tardes de solpueden quedarle a una guerra.
CIERRO LOS OJOSHuyo después del amordel octubre agorero que deshace Occidente.No valgo para las guerras,para mirar a la cara las roturas del mundo.Me reconozco cobarde en el espejo.Tú, sin embargo,eres continente animal distinto al mío.Después del amor,regresas a los charcos rojos:hablas de los cuerpos fríos,del serrín del otoño,de la inercia de la vieja Europa.Yo solo soy metáfora de este perímetro de cama.Y no te escucho.Y rompo el espejo.Y cierro cobarde los ojos.
Ni siquiera tendrás que apartar la mirada; el hormiguero que habitas, tan lejos del paisaje de las guerras, tiene, aunque sucia, segura una nueva primavera.
Versos en guerra de Pilar del Pozo Manchado
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