LLUEVE LISBOA. Los caminos de ida y de vuelta viajan juntos en el retrovisor de la saudade
Amanece Lisboa
con el óxido de la despedida.
Llueve su onomatopeya triste
mientras avanzo nómada
por el puente rojo
que me empuja y me sujeta.
Todavía está cerca el mar,
su pulso azul,
y un pez de bronce le dice a mi herida:
"Todavía no ha llegado el momento
volverás a deshacer el camino,
volverás a la orilla de tu padre".
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